Creemos que este artículo es uno de los más interesantes e informativos que vas a encontrar. Vamos a abordar un asunto del que no se habla mucho y del que, por lo tanto, no mucha gente es consciente. Sólo una persona que forme parte de la industria del diamante será plenamente consciente y entenderá que las preferencias y el criterio a la hora de comprar un diamante varía de una cultura a otra.
TODO COMENZÓ CON DE BEERS
Como puede que ya sepas, la compañía sudafricana De Beers convirtió ella sola a la industria del diamante en lo que es hoy en día. Sin su brillante campaña de marketing, llevada a cabo de manera impecable, y que podemos resumir con su más famoso eslogan «Un diamante es para siempre», los diamantes nunca se habrían convertido en la opción preferida -en la mayoría de los casos, la única- para los anillos de compromiso en todo el mundo.
El objetivo final de De Beers era tener dominio completo del suministro mundial de diamantes. Y lo consiguieron. Durante décadas, tuvieron el control de más del 90% de todo el suministro global de diamantes procedentes de minería, lo que les proporcionó un poder e influencia inimaginables sobre la industria del diamante.
Ahora sabemos, tras muchos años de filtraciones y periodismo de investigación, que en aquella época De Beers reunió a todas las empresas dedicadas a la extracción de diamantes más importantes del mundo para establecer acuerdos con ellas, a veces a la fuerza, y adquirir todo el suministro procedente de sus minas. A cambio de ello, De Beers comercializaría los diamantes en todo el mundo, convirtiéndolos en un artículo de necesidad para cualquiera que quisiera expresar su amor incondicional o proponer matrimonio. Fue el acuerdo del sigo, para literalmente ambas partes. Para los mineros suponía tener un único comprador de confianza para toda su producción sin tener que mercadear con ella y competir con otros productores. Para Dee Bers, supuso que serían ellos los que establecerían los precios de los diamantes en todo el mundo, al limitar la oferta de diamantes puestos a disposición en el mercado. Sin embargo, llevar a cabo dicha iniciativa no fue tan sencillo como suena. El mundo es un mercado muy grande, mientras que se esperaba que la producción minera de diamantes aumentara drásticamente una vez que el plan estuviera en marcha.
EL MONOPOLIO GLOBAL DE DE BEERS TENÍA UN GRAN PROBLEMA
¿CÓMO SE PODÍA ASEGURAR DE BEERS DE QUE PODRÍAN VENDER TODAS LAS EXISTENCIAS QUE SE HABÍAN COMPROMETIDO A ADQUIRIR?
Una pequeña aclaración antes de continuar: cuando decimos «todas las existencias» nos referimos a las diferentes calidades y variedades en las que se presentan los diamantes naturales, no a la cantidad.
Volvamos ahora al rompecabezas para vender todas las existencias que prometían comprar. Afortunadamente para De Beers, su fundador era un visionario fuera de lo común en materia de marketing. Además, poseía una perspectiva comercial aún más ávida y estratégica, lo que pronto le hizo darse cuenta de que podía convertir este reto en una oportunidad muy lucrativa. Concibió una idea que era elegante por su sencillez, aunque para desarrollarla se debieron invertir numerosas horas pensando y planeando. La idea consistía en dividir el mercado mundial en 3 públicos distintos. A cada uno de ellos se les destinaría respectivamente piedras de calidad baja, media y alta.