Le hemos pedido a uno de nuestros mejores gemólogos que escriba un breve pero esclarecedor artículo que explique las diferencias a tener en cuenta entre diamante y zafiro blanco y por qué los últimos no son una opción ideal para los anillos de compromiso.
Los zafiros no reflejan la luz como los diamantes.
Explicándolo de manera sencilla: si observamos un diamante desde arriba, será como un espejo - los diamantes reflejan toda la luz que los rodea. Es por ello que no podemos ver a través de un diamante al mirarlo desde arriba. Por otra parte, los zafiros no reflejan la luz, esta simplemente atraviesa la piedra.
Los zafiros blancos no centellean tanto como los diamantes, por el mismo motivo por el que no reflejan la luz. Los zafiros blancos no centellean por estos dos motivos. Es muy sencillo darse cuenta de las diferencias entre un zafiro y un diamante a simple vista.
El zafiro blanco no es lo suficientemente resistente como para perdurar durante muchos años en un anillo de compromiso. Aunque el zafiro blanco sea duro y no se arañe fácilmente, si lo comparamos con un diamante, su vida es mucho más reducida - no duran para siempre. Si se empleara en un anillo de compromiso, la piedra principal se desconcharía con el tiempo y se arañaría. Si se lleva una pieza de zafiro todos los días, duraría unos 2-5 años antes de que hubiera que reemplazar la piedra, ya que su apariencia habría cambiado enormemente con el paso del tiempo.
En cambio, la frase «los diamantes son para siempre» se acuñó ya que el diamante es el más fuerte de todos los materiales conocidos por el ser humano.
Los zafiros blancos no están tallados de la misma manera que los diamantes, ya que son considerablemente más baratos que los diamantes. No se tallan con el mismo nivel de detalle y destreza que los diamantes. Esto influye en el aspecto general de la piedra y es algo más que añadir a la lista de diferencias notables entre los dos.